martes, 22 de octubre de 2013

El deterioro mental del anciano debe detectarse a tiempo


La edad es un factor de riesgo determinante para la aparición de situaciones que pueden derivar en cuadros patológicos. El deterioro cognitivo, la inadecuada alimentación y el dolor crónico son algunos de los procesos más frecuentes en personas mayores de 65 años.

El progresivo envejecimiento de la población está ocasionando que la patología que afecta a este grupo, cada vez más numeroso, adquiera una notable relevancia asistencial. A pesar de que la edad no es una enfermedad, sí conlleva un mayor número de alteraciones, de forma que el 60 por ciento del tiempo de las consultas de atención primaria lo ocupan los ancianos. 

La detección precoz del anciano con deterioro cognitivo es básica, teniendo en cuenta que actualmente entre un 8-10 por ciento de las personas de más de 65 años presentan algún tipo de deterioro, proporciones que van en aumento a medida que la edad de la población va creciendo. 

Se trata de situaciones con tratamientos parciales y paliativos. Pero como los mayores avances se encuentran en la posibilidad de retrasar la evolución de la enfermedad, es importante detectar a ancianos con demencia en las fases más precoces". 

La actual tendencia es la de individualizar el deterioro cognitivo incipiente, con la idea, primero, de encontrar marcadores que permitan diagnósticos fiables en etapas incipientes. Además, es necesario actuar con los medios disponibles intentando retrasar la evolución de la enfermedad mediante algunos de los fármacos actuales que intentan esa finalidad. 

La nutrición, y más aún la relacionada con el anciano, ha sido tradicionalmente una de las cenicientas de la medicina. La soledad en la que viven actualmente muchas personas mayores provoca que cerca del 20 por ciento padezca algún grado de malnutrición por defecto o desnutrición calórico-proteica. Cuando la desnutrición se mide en micronutrientes, la proporción de sujetos con deficiencias se dispara. Las cifras de desnutrición son mayores en las residencias de ancianos y en los ingresos hospitalarios.

Las complicaciones o efectos secundarios de una inadecuada alimentación no son desdeñables: se favorecen las infecciones y otro tipo de alteraciones. Lo importante es disponer de sistemas de detección de la malnutrición y de las posibilidades de actuación. "Por ejemplo, la valoración de la nutrición debería formar parte de las revisiones de rutina del anciano, en las que se puede pesar, tallar o incluir determinados valores antropométricos o analizar parámetros bioquímicos. Son pruebas que se hacen con relativa frecuencia pero a las que no se presta la atención debida". 

La edad es un factor de riesgo para padecer dolor. A mayor edad, mayores posibilidades de causas generadoras de dolor, que en los ancianos se cronifica.

Terapia integral:

En esta área, los profesionales también deben tener en cuenta que los tratamientos tradicionales para el dolor son válidos para el anciano, pero con ciertas peculiaridades. Los fármacos, por ejemplo, se absorben, metabolizan y eliminan de una manera diferente a la de personas de menor edad. Los riesgos de interacciones farmacológicas son también mayores, entre otras razones porque los ancianos suelen estar polimedicados. 

Reconocer y valorar el dolor del anciano y tratarlo de manera adecuada utilizando los medicamentos precisos en cada caso y situación es uno de los objetivos prioritarios en el manejo del paciente anciano con dolor crónico.
raciones o deficiencias individuales y llevar a cabo una terapia integral". 

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